viernes, 7 de octubre de 2011

Mi suerte


"Yo soy tú y me hubiera quedado en casa!" me dicen al ver que ésta mañana he venido a trabajar. Me lo dicen porque estando un poco enferma aún, con cara de sueño y el estómago revuelto, he decidido salir de la cama. Pero es que quedarme en casa por la mañana no es lo mío. Necesitaba salir a la calle y darme el paseo matutino a la oficina, hablar con mis compañeras, que me diera el aire..

Todas coinciden en que no hubieran venido, y razón no les falta: ¿viernes, con el fin de semana a las puertas, el estómago revuelto y cansada? qué mejor momento para guardar los pies en casa y cambiar bailarinas por pantuflas. Qué mejor día para ver películas bajo una manta.. Aun así, algo me decía que tenía que venir.

Como tengo las tripas hechas un higo, me es imposible tomar café. Asi que decido ver si en las máquinas de la entreplanta del edificio hay té. Contenta al ver que sí, intoduzco las monedas.. y para mi sorpresa, el aparato va y se las traga. Acto seguido y lamentándome, le propino los correspondientes golpecitos que todos creemos que van a dar resultado. Pero como era de esperar, nada. Rien. Nothing.

Me desespero un poco y decido darlo por perdido. Entre tanto, escucho hablar a dos chicas que están detrás de mí, esperando pacientemente. Una dice "¿Tú qué vas a querer?" a lo que la otra contesta: "Café con leche, normal..", yo pienso "Esa voz me suena!". Me giro.. Y ahí está ella: con su pelito rojizo a un lado, atado en una trenza, vestida con una blusa roja un poco transparente y con la cara lavada. Russian Red.

Tan normal como su café con leche, tan normal y cercana que nos hemos dedicado una sonrisa mutua y ni por un momento he pensado que fuese una chica famosa, ni que mi té no iba a salir de esa máquina. Mi reacción ha sido más bien la de comprobar que es tan especial como me imaginaba. Se me ha olvidado que era la cantante a la que siempre he querido ir a ver tocar desde que se coló en mis oídos y que desde entonces no ha salido, todo se ha borrado de mi mente porque ha pasado en un segundo.

Todo en un segundo pues al segundo siguiente ha emprendido el vuelo hacia otra sala en la que iba a ser maquillada, y desde el espejo me ha dedicado otra mirada mientras la peinaban. Un segundo de compensación por haber decidido salir de la cama. (La máquina por su parte, va a tener que ser vaciada y reparada.).

Ahora no hago más que pensar en mi suerte. Me lo repito con una sonrisa y me voy encontrando mejor. "Qué suerte! qué suerte!"..

Y esto es todo por hoy.
Que tengais un buen fin de semana!

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