domingo, 5 de febrero de 2012

Conquer the world

Anoche ví cumplirse un sueño. Sentada en una butaca del Arteria Coliseum de Madrid, me emocioné viendo por fin a Russian Red en directo. El ambiente que se desprende de esos momentos que vives con tal intensidad por dentro es una de esas cosas en la vida que personalmente no puedo dejar pasar desapercibidas, cuesta evitar que afloren y por ese hecho, merecen la pena.

Y anoche afloraron. Es más, florecieron desde lo alto del teatro mientras ella, aliada del juego de luces y moviéndose con cautela sobre unos tacones de infarto representaba, creaba, explicaba y nos encandilaba a todos con su voz y con sorprendentes versiones de temas que teníamos olvidados, jugando e intercambiando instrumentos con sus acompañantes. Dándonos a entender lo especial de su visión de la vida.

¿Una versión caribeña de They don't believe? y sin comerlo ni beberlo, ¿Baby it's you, de The Shirelles, cantado de esa manera? Podría empezar a enumerar y no parar. Desde el comienzo con The memory is cruel rompiendo el hielo (nunca mejor dicho) hasta A-ha, tocada sola frente al público con un halo naranja envolviéndolo todo y que he recordado esta mañana tomando mermelada de naranja hecha por mi madre.

Anoche cumplí un sueño, y de nuevo aprendí que quedan muchos más.
Por la compañía y las ideas que como siempre siguen surgiendo.

Gracias, por la noche vivida, por el día de hoy en el que escribo, y por la incertidumbre que ya no me da tanto miedo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

No soy un gran fan de Russian Red. Admiro su capacidad para entender que el que no se adapta muere (más allá de postulados evolutistas o evolucionistas).

No soy un gran fan de hacer comentarios en post, pero VI este por casualidad, mientras buscaba material para una clase, y resulta que conozco a la autora.

Percibo la emoción tras las palabras, un post impregnado de función emotiva/expresiva. Una reflexión perdida: una tilde que baila sobre un monosílabo único y sin par, régimen preposicional de algunos verbos que sufren movimientos revolucionarios ante ese regimen absolutistamente gratificante, conectores lógicos usados en una tendencia zen a lo minimalista y... qué difícil es usar bien una interrogación.