viernes, 7 de noviembre de 2014

Como una cucaracha






Mientras el café gotea de la máquina a la taza, las lágrimas caen de sus ojos a sus mejillas. Piensa, al menos es viernes, podré descansar. Ya vendrán tiempos mejores, lugares en los que no seré simplemente la chica de los cafés, la que aguanta las broncas y se pinta una sonrisa falsa.

Las oportunidades no llueven y abundan la mala educación y el mal carácter. Y si encima al cielo le da por llover, lo último que apetece es un chaparrón de mal humor.

Se pregunta en qué momento fue buena idea cambiar de trabajo. Por los horarios, pero por lo demás.. el ambiente era mucho más ameno en su anterior empleo y se le pasaba el tiempo más rápido. Trataba con gente, la gente era amable con ella, siempre había algún capullo que se propasaba, pero nada fuera de lo normal. Aquí se pasaba el tiempo sola. Y cuando alguien se acercaba, era para reprocharle algo. Era agotador y deprimente.

Ahora preferiría estar metida en la cama leyendo, o viendo una película. Preguntándose cosas sobre el mundo, charlando con una amiga, desahogándose, riendo o llorando. Pero estaba presa de su silla y su mesa. Toda rodeada de color negro. Vestida como una cucaracha, como una monja en su día libre.

Cuándo cambiarían las cosas? Sabe que para cambiar el mundo el primer paso debe darlo ella misma, pero ya lo ha hecho y no ha visto resultados. Sólo arrugas en su frente y pelo que se le cae a puñados. Si por lo menos el disgusto la hiciese adelgazar, pero tampoco hay suerte con eso..

La desesperación tiene el arte de instalarse y de no irse con facilidad. Se adhiere al cuerpo y aprieta el corazón. Hace nudos en la garganta con una cuerda tensa que no se puede deshacer así como así. Y apaga la voz, y disminuye la luz. La vida deja de ser llevadera y todos los caminos son duros. No hay nada más triste que ver a una persona alegre y optimista pasarse poco a poco al otro bando.

Por eso, cuando veas que alguien no está bien, muestra algo de interés, aunque no puedas hacer mucho más, eso ya es algo. No existe imagen más penosa que una persona sin ganas de seguir y sin que nadie le pregunte cómo está.

2 comentarios:

Palomilla dijo...

¡¡Huye de ese lugar!! Sé por lo que has pasado y tienes que encontrar la oportunidad para escapar. Yo logré huir y llegué hasta Escocia :) El bando feo no mola nada, intenta chupar todas tus energías y poco a poco te va consumiendo toda esa alegría. Es mucho mejor vivir en la felicidad, siguiendo lo que te dicte tu interior. Ánimo, que puedes con todos ellos. :)

Andrea dijo...

Muchas gracias Paloma, un beso enorme!