Por ello, simplemente os cuento que de Lisboa me quedo con el barrio de Belém y con sus Pastéis, si no me dejan elegir más. Y que no he visto más ópticas y "cabeleireiros" (peluqueros) en mi vida que en Cascáis, de donde me hubiera traido la Boca do Inferno a rastras y que cené en un restaurante en el que me esperan hasta dentro de otros 24 años. Que en Estoril arriesgamos y ganamos en el Casino, a pesar de ir en vaqueros, y que gracias a ello cual descubrimos que existe la mousse de manga, y que manga no es la de la camisa ni tampoco el dibujo japonés, sino mango.
Que en Sintra, nos hubiéramos perdido mil y una veces y no hubiera importado... y en la Adega das Caves, comimos como nunca en todo el viaje. Y que de vuelta, paramos en Évora y nos costó volver a subirnos al coche para dar el adiós definitvo al descanso vacacional, pero entonces descubrimos una canción en una remota emisora y eso nos lo hizo más llevadero.
Este es el tema en cuestión, aquí os lo dejo y me despido por hoy deseando que paséis un estupendo fin de semana, ánimo con el curro de hoy, ya nos queda menos!
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