jueves, 29 de enero de 2015

De entre los dientes




Qué es lo que nos empuja a dar un giro a nuestras vidas? Qué nos lleva a hacer las maletas, cerrar los ojos bien fuerte y decir "Hasta pronto" "Cuídate"? Qué nos provoca las ganas de desaparecer por un tiempo, para encontrarnos con nosotros mismos? El verano, los cambios de temporada, las tormentas.. Todo aquello que supone un cambio para nosotros no es más que el preludio de quiénes seremos algún día. 

Ahora, te miras en el espejo y rozando la treintena te pareces más a tu madre de lo que hubieras imaginado. Vas construyendo tu futuro mucho más a ciegas de lo que lo hacías antes, cuando sentías que estabas perdido. 


Piensas en lo poco que te dedicas a ti mismo al día y sólo tienes ganas de congelar el tiempo con la mano, gritar y salir corriendo. Descubres que llegas a ser más feliz imaginando otros universos, otras historias, otros finales para tu cuento.

La vida no es una canción, o al menos no sólo una. Ni mucho menos es una película, aunque a menudo nos gustaría que lo fuera. Ni tampoco un libro, aunque nos sintamos identificados con alguno de sus personajes. Pero podemos dar vida a nuestros propios relatos. Podemos amar, odiar, relacionarnos de cuando en cuando. Podemos crear vida y no salir jamás de nuestro asombro. Saborear la amargura de un "luego te llamo" y que el teléfono suene pero porque te llaman de casa, para saber qué tal has comido y qué andas haciendo. El último trago de una copa que nadie quiere beberse y que sin embargo al apurarlo, baja por la garganta con todas las de ser una lección por aprender.


Y es que somos tan pequeños en un planeta tan grande.. Nunca es tarde para sorprenderse a uno mismo, nunca hay que dejar de intentarlo. 


Verle el sentido cómico a las cosas de cada día tiene su aquel. Ayer paseaba por el centro y ví cómo un camarero, sólo en su bar, se miraba en el espejo que tenía frente a la barra y se sacaba algo de entre los dientes con un palillo. La inevitable caída de la ambición, pensé, claro.. Cuando llevas tropecientos años en el mismo lugar, viendo las mismas caras, sabes que de seis a siete tienes tu ratito de mirarte frente a ese cristal que te devuelve tu reflejo y que por un segundo, olvidas que estás en una cafetería de las cien mil que puede haber en Madrid. Sí, sacándote algo de entre los dientes. Algo tan privado y común como eso.

Atrévete a tener tu propio instante, en el que nadie entre y sólo tu sepas cómo cambiarte. Aunque cambiar sea algo más bien improbable, y mientras te empeñes en ello, simplemente evoluciones.


Feliz jueves a todos!


A.

1 comentario:

Ehse dijo...

Estamos construyendo nuestro futuro a cada paso que damos. Me gusta la idea de seguir sorprendiéndonos a nosotros mismos.

Un abrazo!