No, por desgracia no somos inmunes al dolor. Ya sea propio o ajeno. Por eso hay que encontrar vías de escape. La mía es escribir. Me lo recomendaron cuando me detectaron el perfeccionismo del que sufro desde hace muchos años. Antes me mataba. Ahora menos, pero desafortunadamente las que pueden conmigo a día de hoy son otras cosas que me cuesta controlar. Una pena que mi escala de "desvalores" haya cambiado, porque mi gran defecto de siempre me lo conocía al dedillo y sabía por donde me iba a llevar. Ahora ando más perdida, supongo que eso que dicen de que la vida empieza cuando sales de tu zona de comfort es cierto.
No podemos hacer como que algo no nos duele, o quizá sí un rato, pero no por mucho tiempo. Y sobretodo, somos unos incautos. Vamos a toda pastilla a todas partes y nuestras cabezas piensan a la velocidad del rayo. Lo queremos todo al momento y quemamos nuestra paciencia a la mínima que algo no es tal y como esperábamos. Somos unos valientes porque vamos por la vida quejándonos de nimiedades.. "No me hace caso" "No me quiere" "No sé cómo decir que no.." "No paro de darle vueltas.." Todas empiezan como he dado paso al post de hoy, y en vez de cambiarlas por un "Y sí..", nos quedamos cómodamente repanchingados en la disconformidad.
Somos animales de costumbres, sean buenas o malas. Bebemos, dormimos poco, hacemos poco el amor y fumamos, hasta que el cuerpo aguante. Nos estresamos y destrozamos el organismo con dietas que no funcionan, estamos pegados a las maquinitas y pasamos más tiempo cuidándonos el cabello que cuidando nuestro corazón. Preferimos siempre el aspecto de el de al lado, queremos comprarnos el bolso que lleva, sus zapatos, y ya puestos, su personalidad que para nosotros es lo mismo. Y pensamos en la pasta que ganamos, y que nos gustaría que fuese más. Nos fijamos en modelos inalcanzables de vida y sentimos que somos miserables en las nuestras, tan normales. Estamos tan faltos de imaginación que cuando una idea nos viene nos creemos la leche. Y pensamos que con eso basta. Pues no, señores, las ideas hay que cultivarlas, regarlas y arreglarlas cada día. Y el amor propio es el mejor invento del hombre, pero bien que lo despreciamos o tomamos como narcisismo.
Creo que hasta que no aprendamos a vivir de las bombillas que se nos encienden de vez en cuando y a darnos cuenta de todo lo que tenemos la inmensa suerte de poseer, las cosas seguirán como están..
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