Este verano que ya empieza a escurrirsenos entre los dedos ha sido maravilloso.
Entre las múltiples bodas, las escapadas de fin de semana al norte y al levante, volver a ver a Bruno en el pueblo más bonito de Francia y acabar en la otra punta del mundo desde la que escribo en este momento es algo que no cambiaría por nada.
De Singapur quitaría el calor y me quedaría con la cerveza. De Bali, me quedo con absolutamente todo: la gente, la comida, las playas, los paisajes, los templos, los hoteles y los precios.
Si algún día decidís dejaros caer por este lugar tan increíblemente bello, no dejéis de reservar una mesa en El Kabrón, para ver la puesta de sol desde su piscina infinity.
También es obligada la visita al templo de Uluwatu, las vistas desde el acantilado son espectaculares. Si pasáis por Semyniak, id al Potato Beach Club y tomad un cóctel mientras contempláis el atardecer.
Dentro de poco volveré a casa y actualizaré con mayor frecuencia.
Besos a todos y namaste.
A.
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