Me dicen últimamente que estoy radiante. Que el matrimonio me ha sentado que no me lo creo, que estoy más guapa que nunca. Lo cual me hace sonreír aún más y por tanto irradiar aún más luz. En un mundo en el que la monotonía se agolpa y abundan las caras largas, ver a alguien sonreír te hace recordar que hay vida ahí fuera de la nube negra de la antipatía y la seriedad.
No sé si será esto cierto, pero tengo la teoría de que hay personas que vienen a este mundo para dar luz a los demás. Almas que iluminan y que con sólo decir unas pocas palabras consiguen que quienes las miran y escuchan se sientan mejor aunque sólo sea por un segundo. Quizá yo forme parte de esa clase de personas, y si es así, me siento aún más feliz. Quizá seamos más frágiles aquellos que más fuerza transmitimos a los demás, porque nos quedamos con pocas energías para nosotros mismos. Pero y qué, si en el fondo se trata de dar para recibir. Y qué si yo soy más feliz así.
Por eso, la próxima vez que alguien me pregunte "porqué sonríes?" No me quedaré callada, alucinada por lo absurdo de la pregunta. Sonreiré aún más, con los ojos también. Con los gestos y la alegría que me caracterizan porque así es como mejor puedo responder: Porque sí, porque sí, porque sí. Ya lo cantaban mis familiares, los Rodríguez.
Lucha con toda tu locura por ser feliz y que se pregunten porqué narices sigues sonriendo, y cómo lo haces.
A.
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