martes, 10 de febrero de 2015

En ebullición




"A veces, el amor es algo tan sencillo como un jersey hecho por tu mamá."

Bajo esta frase que se me ocurría de repente -como tantas otras al irme a dormir y que soy incapaz de recordar al día siguiente- subía una foto a las redes y compartía con todos mis "amigos" el precioso jersey naranja oscuro que mi madre me ha hecho, el mismo que hoy me he puesto y el que este fin de semana se irá conmigo a Berlín en una maleta roja llena de cosas que quizá no me sirvan para nada.


Y es que algunas veces, el amor es tan simple como pensar que sólo quedan 3 días para marcharse. Coger un avión, despegar los pies del suelo y soñar en otro idioma. Imaginar en el vuelo los nuevos paisajes, el frío en aumento, la comida por descubrir. Todo el exotismo que puede contener una ciudad alemana, vaya. Un lugar que siempre he querido conocer. Porque sé que me sentiré como cuando pisé San Francisco aunque sean dos rincones del planeta muy dispares: me sentiré como en casa. Identificada.

Otras veces, el amor es tener el valor de marcharse e iniciar una nueva etapa. Es atreverse a conocerse y meditar con las alas del corazón bien abiertas. Es emprender el vuelo y no mirar atrás hasta saber que no te dolerá darte la vuelta para recordar aquello que no volverás a vivir. Es crecer. Es un cerebro en ebullición.

Muchas veces, olvidamos lo que es el amor, ese que anida en las pequeñas cosas de cada día. Las prisas no nos dejan saborear lo bonito de lo cotidiano, y pensamos que si no encontramos algo nuevo por casualidad, nuestro día no ha merecido la pena.

A veces, el amor está mucho más cerca de lo que pensamos.

Y si no lo ves, peor para ti. Nadie te lo puede explicar.

A.

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